Los Anemoi (Άνεμοι en griego antiguo) eran dioses de la mitología griega que se correspondían con los cuatro puntos cardinales.
Se les representaba como vientos o como hombres alados y esbeltos; en otras ocasiones se les otorgaba apariencia de caballos gobernados por el guardián de los vientos, Eolo (hijo de Helén y rey de Eólida, posteriormente región llamada Tesalia).
Había dioses del viento que se dividían en buenos y malos: los buenos, según Hesíodo eran Noto(viento del sur), Bóreas (viento del norte), Argestes y Céfiro(viento del oeste y de la primavera) y eran hijos del titán Astreo y la diosa Eos; los malos eran hijos de Tifón.
Euro era el viento del este que no estaba asociado a ninguna de las tres estaciones griegas, pero posteriormente Aristóteles hace una pequeña apreciación sobre él y mantiene que es más preciso que sea el dios del sureste.
La equivalencia de los Anemoi en la mitología romana eran los Venti (‘vientos’ en latín), a los que les caracterizaban los mismos atributos que a sus precedentes griegos.
Desde los griegos, muchos sabios y científicos se han interesado por la fuerza del viento, como el físico italiano Evangelista Torricelli y el francés Gaspard-Gustave Coriolis (quien da nombre al Efecto Coriolis, un complejo movimiento que produce el viento).
24 de febrero de 2010
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